martes, 27 de octubre de 2009

jueves, 8 de octubre de 2009

Hoy la vieja ciudad se vistió de gris, las aves cambian de melodía y los sonetos parecen mas tristes, las piedras reflejan el color del cielo, las nubes galopan como divisando las gentes que caminan presurosas. Cae un aguacero de melancolía, las distancias, las sonrisas, los árboles, los recuerdos, las costumbres, en fin la rutina, todo es un fiambre que al final de los cuentos nos convence que debemos brindar por la vida, por lo que tenemos, por los buenos sueños, que nos atrevimos a soñar. Todo sucede en la vieja ciudad, los extraños de pelo largo otra vez como ayer, como todos los días, caminaron por las calles empedradas con sus guitarras al hombro y arpegios de esperanza en los dedos melancólicos. Las evas con sus cabellos de sol, trotaron por el cerro de la cruz, esperando encontrar tierra morena fertil y latina, aquí en la vieja ciudad se discipan las froteras y los locos mas bohemios que la luna y al latir del compas patrio se oponen a encotrar la cura...

viernes, 2 de octubre de 2009

No para de llover en la vieja ciudad, los ríos de piedra ahora se tornaron brillantes y por sus espaldas de forma sigilosa transitan las gotas unidas. Aun hay otras que vagan por el espacio apresurándose a llegar a la tierra, la gente corre como escapando de ellas y cubriéndose con la mano para no mojarse... Parece que escampa y a este milagro le precede un torrente de melancolía, una epidemia de tristeza y yo improviso un café e intento encontrar las palabras más cuerdas, porque aquellas que agonizan en la locura pueden conducir al sortilegio al cual no podría sobrevivir.

El farolito de la 3ra calle se enciende confundido por la oscuridad, entonces recuerdo aquellas tardes en que me embriagaba en las luces del ocaso, caminado por las calles de Colis, nada mas que iluminado por el empeño de no ser lo que querían que fuera.